Un mural no debe constar en la agenda pública

El mural ‘La Patria’ de Oswaldo Guayasamín, ubicado en el corazón de la Asamblea Nacional, ha desatado un debate en redes sociales tras la posesión del presidente Daniel Noboa. Esta obra, inaugurada en 1988, condensa en sus 300 metros cuadrados la historia de dolor, resistencia y dignidad del pueblo ecuatoriano. Sin embargo, algunos proponen retirarla, argumentando que “incomoda”. Este debate, aunque relevante por el peso simbólico del mural, no debería eclipsar las prioridades que clama la ciudadanía. La obra de Guayasamín, con su denuncia de injusticias y su llamado a la conciencia social, es un recordatorio permanente de los ideales que deben guiar la labor legislativa. No obstante, la opinión pública debe centrarse en los retos urgentes: seguridad, salud, y educación. Discutir el destino de un mural no puede desviar la atención de estas necesidades. La memoria histórica y las demandas sociales deben converger para construir un futuro justo.